Cada semana, los alumnos y alumnas de Primero de la ESO que conviven en el Albergue tienen encomendado escribir un párrafo del cuento que iniciamos la primera semana de octubre de 2017. Entre todas las personas participantes iremos descubriendo qué nos depara esta aventura…
Holaaaaa a todos!!!!
Parece q lo estais pasando muy bien!!!!
Seguid disfrutando chicos!!!!
Besos a todos!!!!
Bajé rápidamente por las escaleras y para mi sorpresa, vi tras la puerta al pegaso blanco. Lo que quería era que yo le ayudase a vencer a los hipogrifos. Yo, decidido, le dije que sí.
Recogí la piña y descubrí en ella una pequeña etiqueta. Había un mensaje que decía.. «Adivina quien soy».
Tembloroso, me dispuse a avanzar por el pasillo, ese largo, silencioso y oscuro pasillo. Al final del mismo, escuché el crujido de la madera.
Apresuré mi paso. Asomándome por la ventana, lancé una piña al lugar del que provenía el ruido. Para mi sorpresa, la piña fue devuelta.
Me desperté sobresaltada en una de las literas de la habitación. Me di cuenta de que había sido un sueño, o quizá no… Decidida a descubrirlo me puse las botas y salí de la habitación.
Los hipogrifos eran criaturas enormes, de piel áspera y roja, ojos grandes y negros y garras largas y puntiagudas. En ese momento pensé que la lucha era inevitable. De repente, hubo un estallido de luz…
Nada mas llegar al albergue me encontré que los huevos estaban haciendo ruidos extraños, cuando de repente todos colisionaron entre si y murieron todos menos uno. El niño vio salir un pegaso blanco, el pegaso se hizo amigo del dragón y tuvieron sus mayores enemigos que eran los hipogrifos.
Entonces quise protegerlos, no sabía qué hacer.
Primero pensé en llevármelos a mi casa, pero pensé que mi madre se comería los huevos. Pero donde había más gente que pudiera cuidarlos, aparte de mí, era en el Albergue.
La dragona comenzó a descender, ya que estaba cansada. Me soltó en un extraño lugar. Vi un nido lleno de huevos de oro. Enseguida pensé: ¡son huevos de dragón!
Cuando menos me lo esperaba, el dragón me atrapó con sus garras y me sacó volando de aquel lugar perdiéndonos entre las nubes.
Me acerqué y de pronto sonó el ruido de un cascarón rompiéndose. Me enamoré al ver esa extraña criatura llamada dragón. Me lo quise llevar, pero la mamá dragón me lo impidió con un fuerte rugido.
Había algo irreal en el ambiente que me recordaba una película.
Cuando bajé, el frío me golpeó en la cara. Al fondo de una sala oscura encontré un cesto de paja con huevos amarillos y rosas y entonces me di cuenta de que era una mamá dragona.
Cuando bajé, el frio me golpeó en la cara. Al fondo de una sala oscura encontré un cesto de paja con huevos amarillos y rosas y entonces me di cuenta de que era una mamá dragona.
Bajo el dragón se veía una vieja trampilla de madera, con un manillar de hierro oxidado. Detrás se percibía una luz medio apagada de color amarillento. Entré. Hacía mucho frío, ya que estaba bajo tierra…
La primera vez que fui a Valdevacas, había un dragón en la torre derecha del Albergue.
Cuando me acerqué, vi que estaba dormido. Al principio creí que Valdevacas era una plasta, pero el pueblo era bonito y acogedor. Ese viaje, que me parecía un rollo, me cambió la vida…