- Por ‘Sendas del Riaza’
¡Y llegó el octavo grupo! Nos pareció desde el principio un grupo muy especial: tranquilos, educados y llenos de ganas de aprender todo.
El albergue les pareció maravilloso, sobre todo a las chicas, que fueron las primeras en instalarse. No dejaban de dar vueltas para conocer todas las estancias y lo que más les gusto fueron sus habitaciones, los servicios tan amplios y con un gran espejo y la salita para estar con sus amigos. A los chicos les encantó estar todos juntos en la misma habitación y la posibilidad de tener balones, raquetas y una gran mesa de pin pon todo el día a su disposición. Lo que más res gustó a todos fue el pueblo. Para unos chicos de ciudad, el verse en un pueblecito de 20 habitantes, sin ruidos, sin coches y con tanto por descubrir, les pareció algo novedoso.
Este grupo pronto nos demostraron que eran silenciosos y ordenados, muy atentos a las explicaciones de los profesores, llenos de ganas de andar y hacer las rutas por el Parque Natural. Destacaron en las excursiones, donde pudieron ver de todo. Uno de los grupos vio un Águila calzada con un lagarto en las garras y otro una cría de corzo.
Hicieron unas fotografías estupendas, sobre todo el grupo de Casuar y sus chicas, que no dejaban de hacer fotografías a todo lo que estaba a su alcance. Fueron muy aplicados en todo, huellas, restos, excrementos, plantas medicinales y aromáticas, etc. Todo les llamaba mucho su atención.
Fue el grupo que más interés mostró por los usos de las plantas, e incluso pudimos oler varias especies y probar las utilidades de otras para curar heridas. Por el pueblo, recogimos viejos adobes para iniciar un museo de cosas curiosas que nos encontramos en las rutas y en los paseos por las cercanías del albergue.
De Madrid nos trajeron varias especies de árboles, con las que hemos decidido iniciar un pequeño jardín botánico para que los niños que nos visiten tengan un muestrario de árboles de toda España. También estamos preparando varios terrenos, donde instalaremos un huerto ecológico en el que poder cultivar con los alumnos verduras y hortalizas, ya que muchos niños no han visto nunca algunas de las especies comunes de consumo habitual en la mata, y eso que las consumen todos los días.
Como novedad, los profesores vieron al zorro en la misma puerta del albergue, seguro que aprovechando miguitas de los bocadillos de la merienda. Estos chicos comían despacio y ordenadamente, lo que sorprendió incluso a los profesores.
Como a todos los grupos que nos vistan, les regalamos a todos un trocito de madera de sabina en recuerdo de su paso por el albergue.
¡Hasta pronto chicos!